Pasar tiempo al aire libre puede ayudar a prevenir la miopía, o al menos es lo que postula un grupo de expertos en el Congreso Anual de la Academia Americana de Oftalmología que se está celebrando en Florida. Según sus conclusiones, por cada cuatro horas que un niño juega en la calle a la semana, se reduce un 2% el riesgo de padecer este defecto refractivo.
La clave, aseguran los autores de la revisión, puede estar en la exposición a la luz natural y la presencia de objetos lejanos. Como explica Francisco José Muñoz Negrete, jefe de Oftalmología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, "en el juego al aire libre, las actividades que se realizan requieren más visión de lejos que de cerca y a mayor uso de la primera, menos miopía".
Esto ya se ha demostrado por áreas geográficas, añade el experto. "En los países desarrollados, donde se practican más actividades como leer, utilizar el ordenador, jugar a la consola o ver la televisión, la incidencia de la miopía es más alta (de hecho es el motivo más frecuente de las visitas a nuestra consulta) que en las zonas subdesarrolladas, donde lo importante es ver de lejos y defenderse del enemigo". De alguna manera, "el organismo se adapta a las necesidades del individuo y lo mismo pasa con el órgano visual". Lo que ocurre en países como España, donde son más frecuentes las actividades de visión corta, es que "para ver bien de cerca sin necesidad de hacer esfuerzo para enfocar los objetos que tenemos delante, 'el ojo se alarga', es decir, el globo ocular crece más de lo que debe", para acomodarse.
En cualquier caso, esto no significa que un niño que estudie mucho vaya a tener miopía seguro. Como señala el especialista español, los factores hereditarios son más fuertes. "Los metabólicos (la estatura, la talla, el peso, el tamaño del globo ocular, etc.) y los ambientales también influyen, pero en menor medida". Al final, el estado refractivo del paciente depende de todos los factores en conjunto.
Compensar el riesgo
Uno de los estudios analizados por los expertos de la Universidad de Cambridge concluía que el 60% de los niños con padres miopes desarrollarán también este defecto si no realizan más de cinco horas semanales de actividades al aire libre. Si pasan más de dos horas diarias en el parque o en la calle (14 a la semana), el riesgo disminuye un 20%. Otro de los trabajos argumentaba en el mismo sentido, ya que sus resultados demostraban que pasar más tiempo al aire libre puede compensar el riesgo relacionado con los deberes del colegio y el trabajo visual próximo.
En total, los investigadores británicos revisaron ocho ensayos en los que se trabajó con más de 10.000 menores. De media, los niños miopes pasaban casi cuatro horas menos por semana en la calle que aquellos con visión normal. De momento, señalan los expertos, "el efecto protector sólo se relaciona con el hecho de estar al aire libre, no con las actividades que realizan", aunque evidentemente son distintas de las que se practican en casa. En conjunto, subrayan los autores, sugieren que pasar un par de horas al aire libre puede ser beneficioso para reducir el riesgo de desarrollar miopía. "Es una medida sencilla y rentable, con importantes beneficios para la vista y la salud en general".
Sin embargo, para hacer recomendaciones más claras, reconocen los científicos, "son necesarios datos más precisos. Futuros estudios nos ayudarán a determinar qué factores son más importantes: si el incremento de la visión de lejos, el uso reducido de la de cerca, la exposición a la luz natural o la actividad que se desarrolla".
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