Una nueva estrategia para prevenir el rechazo tras un trasplante de riñón
-La terapia inmunosupresora se puede reducir con la infusión de células madre
-La recuperación de la función renal es más rápida y el pronóstico es mejor
Uno de los principales problemas tras recibir un trasplante es el rechazo del nuevo órgano, bien en los primeros días de la intervención o bien a largo plazo. Aunque en los últimos años se ha conseguido mejorar la tasa del rechazo agudo, el crónico sigue siendo un problema. Investigadores de la Universidad de Xiamen, en Fuzhou (China), han desarrollado una terapia con células madre de la médula ósea del propio paciente que mejora la supervivencia del riñón trasplantado con menos medicación inmunosupresora.
Si no se administra un tratamiento inmunosupresor, el órgano trasplantado sufre un daño progresivo por el sistema inmunológico del receptor. Gracias a esta terapia, la supervivencia al año de un injerto renal es superior al 90% en muchos centros hospitalarios. Sin embargo, la supervivencia del órgano a largo plazo supone todavía un gran problema.
Habitualmente, la terapia inmunosupresora consta de dos fases. Un tratamiento de inducción que consiste en el empleo de agentes biológicos para bloquear la activación del sistema inmunológico y otro de mantenimiento, en el que se utilizan fármacos ya clásicos en este campo, como la ciclosporina o el tacrólimus.
"El mayor problema de los trasplantes es el rechazo crónico, porque no está bien controlado. No se sabe bien a qué se debe. No está claro que sea sólo un problema inmunológico porque tiene un componente de fibrosis. La ciclosporina tiene efectos nefrotóxicos y produce, a la larga, insuficiencia renal. Esto contribuye, en cualquier tipo de trasplante, a perder riñones a largo plazo", explica Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
La aportación de los investigadores de la Universidad de Xiamen ha sido la modificación de la terapia de inducción. En lugar de utilizar la terapia clásica, se han empleado células mesenquimales (un tipo de células madre) de la médula ósea del propio paciente, extraídas bajo anestesia local y administradas 10 minutos antes del injerto y dos semanas después. Para demostrar si esta estrategia es segura y eficaz, establecieron tres grupos de pacientes que fueron evaluados en un ensayo clínico controlado y aleatorizado, cuyos resultados han sido publicados en la revista 'Journal of American Medical Association' (JAMA).
Al primer grupo, denominado A y formado por 53 pacientes, se les administró células madre de su propia médula más ciclosporina o tacrólimus para la terapia de mantenimiento. El grupo B (52 pacientes) también recibió células de su médula junto con una baja dosis de ciclosporina o tacrólimus, un 80% de la dosis estándar. Y por último, el grupo C (51 pacientes), que era el grupo control, recibió el tratamiento clásico desde el inicio, es decir, anticuerpos interleucina 2 más ciclosporina o tacrólimus. Los riñones que se trasplantaron a los participantes procedían de uno de sus familiares.
Entre los 13 y los 30 meses después del trasplante, la supervivencia del paciente y del injerto fue similar en todos los grupos. La recuperación de la función renal fue más rápida en los enfermos que recibieron las células madre en comparación con los del grupo control. Además, al año del seguimiento se detectó un significativo descenso en el riesgo de infecciones oportunistas en el grupo de las células mesenquimales.
"En nuestro ensayo aleatorizado y prospectivo realizado con un gran grupo de pacientes, comprobamos que la infusión autóloga de células madre de la médula ósea podría reemplazar la terapia de inducción con anticuerpos interleucina 2 en trasplantes de riñón de vivo de parientes. Los receptores de estas células mostraron menor frecuencia de rechazo agudo, confirmada con biopsia, en los primeros seis meses que el grupo control. Extender la vigilancia de los participantes permitirá valorar a largo plazo los efectos de esta estrategia sobre la función del injerto renal, la supervivencia y la seguridad", concluyen los autores.
Entusiasta también se muestra el director de la ONT , esta estrategia "consigue unos resultados buenos y disminuye la dosis de ciclosporina o tacrólimus, que son medicamentos tóxicos, caros y que están relacionados con el rechazo crónico. Este trabajo amplía el abanico de posibilidades tras un trasplante. Es un procedimiento muy interesante y el camino que abre es muy prometedor".
En cuanto a la generalización de los resultados, Matesanz señala que "este tipo de tratamiento con células madre de la médula ósea ya se viene utilizando en el trasplante de médula ósea o en enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica y, en principio, y a medio plazo, no ha causado efectos secundarios importantes. No obstante, de momento este estudio sólo ha mostrado su seguridad en el trasplante renal de donante vivo emparentado. No se puede extrapolar y decir que vale para cualquier tipo de trasplante. Habrá que ver qué da de sí y cuántos equipos lo probarán".
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