La nanotecnología al servicio de las patologías oculares. El Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada (IOBA) de Valladolid ha conseguido desarrollar un innovador fármaco destinado a mejorar el tratamiento en pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas en la superficie del ojo, pues es más eficaz en una pequeña cantidad.
La clave de este nuevo medicamento, en fase de ensayo pre-clínico, es que se 'encapsula' a nivel microscópico en proteínas naturales, lo que favorece que el principio activo llegue con la calidad y en la dosis óptima a las células dañadas, 'sorteando' las barreras propias del órgano visual.
El equipo cree que en tres años podría estar a la venta en farmacias, tras la fase de ensayo clínico"El problema es que los actuales no llegan en la cantidad suficiente para ejercer su acción beneficiosa, bien por limitaciones químicas o por la propia anatomía del ojo. Al parpadear, por ejemplo, se pierde buena parte, así que hay muy poco tiempo real para que el medicamento llegue a la célula que lo necesita. Nuestro objetivo es ayudarle a pasar más rápidamente esas barreras", explicó la científica responsable de la investigación, Yolanda Diebold.
Una década de pruebas que ya ha dado sus frutos, pues ambos equipos han obtenido un original medicamento capaz de penetrar mejor en el ojo, con una dosis mucho menor que la suministrada en la actualidad, para el tratamiento enfermedades inflamatorias en la superficie ocular.
El objetivo es que el medicamento se aplique sólo una vez a la semana en vez de cuatro diarias. Este fármaco está pensado para quienes sufran Síndrome del Ojo Seco, con alteraciones de la película lagrimal que acaba dañando la superficie ocular y provoca pérdida en la calidad de la visión; conjuntivitis papilar gigante, con consecuencias como visión borrosa, picor y lagrimeo; queraconjuntivitis vernal, que afecta a la córnea y también puede provocar pérdidas de visión; queratoconjuntivitis atópica y síndrome de insuficiencia límbica, como principales patologías.
"Son enfermedades que de momento no se pueden curar, pero sí controlar, para que los pacientes puedan llevar a cabo una vida normal", subrayó la responsable del Grupo de Superficie Ocular, Margarita Calonge.
Se trata de afecciones "frecuentes" pues, según estimaron las responsables del equipo del instituto de oftalmobiología vallisoletano, afectan a entre el 10 y el 30% de la población y, en un estado avanzado, provocan pérdidas reales de visión. "Recientemente se ha descubierto que estas enfermedades tienen una base inflamatoria, por eso tenemos la oportunidad de utilizar este nuevo fármaco", aclaró la doctora Calonge.
Así, el grupo de Santiago de Compostela ha puesto al servicio de esta investigación sus conocimientos técnicos y el IOBA sus largos años de investigación y experiencia en el campo de la oftalmología. Juntos han realizado durante la última década múltiples pruebas hasta conseguir el material óptimo para 'envolver' el medicamento, y el trabajo no ha sido fácil. "Hemos dedicado muchas horas de investigación para verificar que la cápsula vacía es segura y no estropea el medicamento ni modifica su composición, y también para comprobar que, con el medicamento incorporado, llega a su destino. Es como un autobús: sortea el tráfico, que es la película lagrimal, y abre las puertas cuando llega a la parada, que es la célula", explicó Diebold. "La clave es que el conjunto sea un medicamento innovador".
Los fármacos actuales no actúan al 100% porque se elimina gran parte al parpadear. Una vez que obtuvieron el polímero óptimo, el IOBA introdujo en él moléculas fluorescentes. Así el equipo comprobó que las píldoras microscópicas llegaban bien a las células dañadas y pudieron avanzar en esta investigación llamada a revolucionar los tratamientos actuales para la superficie ocular, pues no sólo permite una cómoda aplicación tópica, como cualquier colirio, sino que es capaz de actuar mejor con una pequeña cantidad.
"Está pensado para que quede adherido a la película lagrimal y el fármaco se libere en la célula poco a poco y será más efectivo porque se podrá aplicar una gota más pequeña", aseveró Calonge para aclarar que los colirios actuales dispensan más cantidad de la que el ojo es capaz de absorber.
Gracias a esa capacidad para administrar el fármaco de forma paulatina, los pacientes podrán aplicarse el colirio con menor frecuencia. De hecho, las principales investigadoras del proyecto prevén una reducción drástica: de cuatro veces al día a una o dos veces por semana.
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