jueves, 23 de agosto de 2012

LAGRIMAS NATURALES...FRIAS




Científicos del CSIC han descifrado el mecanismo de acción de la sequedad ocular y cómo la lacrimación de los ojos, para mantenerse húmedos continuamente, es controlada por unas terminaciones nerviosas sensibles a la temperatura y que actúan como detectores del frío.
Se ha comprobado que la desactivación de estos receptores mantiene constante la secreción de lágrimas a pesar de los cambios de temperatura, según una investigación del Instituto de Neurociencias del CSIC, cuyos resultados se publican en la revista "Nature Medicine".

El descubrimiento facilitará la búsqueda de tratamientos contra el síndrome del ojo seco, que afecta a alrededor del 15 por ciento de la población mundial, en su mayoría personas de edad avanzada, cuya secreción de lágrimas es insuficiente.
Esta enfermedad provoca irritación, picor y molestias en los ojos y conlleva una pérdida de la agudeza visual, entre otros síntomas.
La afección suele ir asociada con la sequedad vaginal y bucal, cuya sintomatología es similar, por lo que el hallazgo también podrá ayudar a combatir el trastorno en estas partes del cuerpo.



El cuerpo humano está cubierto con terminaciones nerviosas sensibles a la temperatura a modo de receptores térmicos, pero hasta el momento, no se conocía el motivo de su presencia en el ojo.
Por ejemplo, el pez carece de ellos, ya que al vivir en el agua no requiere un aporte extra de humedad, recuerdan los científicos.
Se ha comprobado que el enfriamiento de entre 1ºC y 2ºC por la evaporación de la capa lagrimal entre pestañeo y pestañeo es percibido por las terminaciones nerviosas sensibles a la temperatura.
En el marco del experimento, once voluntarios fueron expuestos a diferentes temperaturas ambientales durante diez minutos, en cada caso, a una humedad constante del 31 por ciento.
Se detectó que un aumento de 25ºC en el ambiente elevaba la temperatura de la cornea 3,4ºC y reducía la producción de lágrimas.
Además, a una temperatura de 18ºC el espesor de la capa lagrimal era de 23,2 milímetros, y a 43ºC se reducía hasta los 17,1 milímetros.
En el experimento también se utilizaron ratones modificados genéticamente, a los que se les desactivó el canal de expresión de sus receptores, el denominado TRPM8, y ratones normales para comparar efectos cuando se les sometía a las mismas condiciones ambientales que a los voluntarios.
El resultado fue que el espesor de la capa lagrimal de los ratones normales aumentó de 1,8 milímetros a 4,6 milímetros al bajar la temperatura, mientras que en los ratones modificados no hubo variaciones significativas en la producción de lágrimas.

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