lunes, 20 de marzo de 2017

CRISIS y REVISIONES


Con la crisis económica, y antes también, se reduce la frecuencia de visitas de vuestros hijos al médico oftalmólogo para actualizar la graduación de las gafas o, simplemente, para someterse a una revisión visual. Este descenso afecta negativamente a la calidad de la visión de los niños y adolescentes españoles, lo que puede repercutir en aspectos tan diversos como el rendimiento escolar de los más pequeños, la conducción o el trabajo de los adultos.
Que la crisis produce empeoramiento de la salud visual es debido sobre todo al descenso notable en la frecuencia de las visitas al médico para someterse a las pertinentes revisiones visuales, imprescindibles para garantizar una correcta salud de la vista.


Al margen de los problemas que esta situación acarrea en los adultos, veamos cómo afecta a los más pequeños, que es más agravante y . El fracaso escolar sería una de las consecuencias. Se estima que casi el 30% de los casos de fracaso escolar se deben a problemas visuales, y a pobres graduaciones por servicios paramédicos..
El 25% de los escolares sufre problemas visuales que pueden afectar a su rendimiento académico, siendo la miopía un problema que va en aumento entre los estudiantes. Se insiste en muchos medios en la importancia de que los niños acudan al oculista al menos una vez al año para detectar posibles problemas visuales que influyen en su desempeño, pero que son de fácil solución.
La verdad es que en una época como esta, cuesta hacer determinados esfuerzos económicos, pero recordemos que invertimos en la salud visual de nuestros hijos, lo cual es fundamental para su aprendizaje y calidad de vida. Y no retrasemos el momento si observamos algún síntoma de problemas visuales en los niños.
En el colegio los niños tienen un contacto continuado con libros, ordenadores, pizarras,… Su rendimiento en las aulas está directamente relacionado con su salud ocular, ya que más del 80% de la información que reciben es visual. En muchas ocasiones, los problemas de aprendizaje están relacionados directamente con deficiencias en la visión del menor. El niño no se queja si no ve bien.

De hecho, su cerebro se acostumbra a esa deficiencia y, muchas veces, pasa totalmente desapercibida para sus padres y educadores. Luego, en las aulas, el pequeño no rinde, simplemente, porque no ve la pizarra, porque no puede leer adecuadamente o porque no puede seguir las explicaciones del maestro. Todo ello se traduce en unas malas calificaciones que, en la mayoría de casos, no se corresponden con las verdaderas aptitudes y capacidades de aprendizaje del niño.
Existen una serie de indicios que pueden indicarnos que un niño no ve bien. Por ejemplo: los problemas de concentración, la adopción de posturas forzadas para leer, escribir o ver la televisión, el parpadeo muy frecuente, tener enrojecidos los ojos o que el niño se los frote. Todas estas acciones son señales de alarma que pueden apuntar la existencia de un problema ocular. No son las únicas. Dolores de cabeza frecuentes, visión borrosa, bizqueo,… son también alertas que deben tenerse muy en cuenta.
Desde que el bebé tiene pocas semanas de vida ya se pueden detectar posibles patologías oculares, que si no se corrigen de forma precoz pueden ser irreversibles. Se considera que entre los 6 y los 12 primeros meses de vida es un buen momento para una primera revisión oftalmológica. El seguimiento y cuidado de la vista en los niños es fundamental porque el sistema visual infantil es inmaduro y está en constante desarrollo hasta los 7 u 8 años. Hasta esa edad, cuanto antes detectemos un problema de visión más pronto podremos corregirlo y evitar consecuencias negativas, que podrían acompañarle toda la vida si no se les pone remedio adecuadamente.


En los primeros exámenes oftalmológicos se mide la agudeza visual de los niños, lo que nos permitirá detectar o descartar la existencia de cualquier miopía, hipermetropía o astigmatismo. Estas deficiencias refractivas corregidas adecuadamente con el uso de gafas no sólo permitirán una mejor visión, también contribuirán a mejorar el aprendizaje de los niños y eliminarán otro tipo de problemas asociados, como dolores de cabeza o malas posturas. Es común que un menor con una hipermetropía no corregida desarrolle actitudes similares a niños hiperactivos, ya que su incapacidad de ver bien de cerca no le permite concentrarse en actividades o juegos que requieren una atención continuada y una buena visión cercana. Por el contrario, niños con una miopía no tratada, ante su dificultad para ver de lejos desarrollan actitudes relacionadas con niños poco activos y retraídos. En ambos casos el uso de gafas correctoras, además de corregir la visión, permitirá también normalizar también su actitud ante las actividades habituales.
También es muy importante tratar el estrabismo en niños que acusan una pérdida de paralelismo de los ojos. Esta patología puede derivar, además, en una ambliopía u ojo vago que debe corregirse con el uso de parches, gafas correctoras o con cirugía, si fuera necesario. Hay que tener en cuenta que el cerebro, poco a poco, va anulando la imagen del ojo que peor ve, hasta llegar, en ocasiones a suprimirla por completo. Por eso es muy importante detectar y tratar cuanto antes una ambliopía.
El niño no expresa que ve mal con un ojo o que se cansa cuando lee o dibuja. Esta capacidad la adquieren sobre los 10 u 11 años, edad ya tardía para solucionar el problema de ojo vago.


Las revisiones sistemáticas de la vista de un niño incluyen las siguientes:
·         Los recién nacidos deben someterse a una revisión general de la salud ocular (de los ojos) llevada a cabo por un pediatra o un médico de familia en la sala de recién nacidos del hospital.
·         Los recién nacidos de alto riesgo (incluyendo los bebes prematuros), aquellos que tengan antecedentes familiares de problemas oculares y aquellos que presenten anomalías evidentes en los ojos deberían ser evaluados por un oftalmólogo pediátrico.
·         Durante el primer año de vida, todos los bebés deben someterse a revisiones sistemáticas de su salud ocular realizadas por un pediatra o un médico de familia.
·         Cuando tengan aproximadamente tres años y medio, los niños deberían someterse a pruebas oculares de cribado y de agudeza visual (que evalúan la nitidez de la vista) realizadas por un pediatra o un médico de familia.
·         Alrededor de los cinco años, los niños deben someterse a una revisión de la vista y de la alienación ocular realizada por un pediatra o un médico de familia. Quienes no superen alguna de estas revisiones deberían ser evaluados por un oftalmólogo pediátrico.
·         A partir de los cinco años, se deben hacer exámenes de vista en las revisiones escolares y en la consulta del pediatra de atención primaria o bien cuando aparezcan síntomas como cruzar los ojos (o bizquera) o tener frecuentes dolores de cabeza. (En muchas ocasiones, los maestros del niño se dan cuenta de que no ve bien en la clase).
·         Los niños que utilicen anteojos o lentes de contacto recetados por un médico deberían someterse a revisiones anuales llevadas a cabo por un profesional de la vista para detectar posibles cambios en la graduación.


·         En los niños más pequeños, una evaluación de la visión por lo general consistirá en un examen del reflejo del fondo del ojo (encaminado sobre todo a descartar una posible catarata congénita y el retinoblastoma), mirar la alineación de los ojos (los ojos desviados pueden indicar estrabismo) y los movimientos oculares observando como el niño busca y sigue determinados objetos en movimiento. A partir de los 3 años, el niño ya suele colaborar en los test de visión para medir la agudeza visual.
·         Se puede obtener mucha información sobre el estado de salud del ojo de un niño a través de un examen ocular, incluso cuando el niño es demasiado pequeño para colaborar en los test de lectura u otros test de visión. Todos los exámenes de la vista incluyen una evaluación de la función visual, y una inspección de los ojos con una luz o un microscopio de mano (oftalmoscopio). Es muy habitual que para conseguir un buen examen ocular sea necesario realizar una exploración con las pupilas dilatadas. Al igual que con un examen de la vista para adultos, las gotas de dilatación requieren unos 30 minutos para hacer efecto,  producen visión borrosa en un grado leve durante varias horas, y las pupilas pueden verse dilatadas a veces durante el resto del día.
·         También es importante realizar la prueba del reflejo luminoso corneal. En ella una luz se dirige hacia el puente de la nariz y se examina el reflejo de la luz en la córnea para asegurarse de que es simétrico o brilla en el mismo lugar en ambos ojos. Si no es así podría indicar la presencia de una desviación de los ojos o estrabismo.


·         Se puede utilizar la prueba de oclusión unilateral para determinar si un niño pequeño sigue un objeto mientras uno de los ojos está cubierto. Si el niño se pone muy inquieto o se niega a seguir el objeto cuando se cubre uno de los ojos, podría indicar que la visión en el ojo descubierto está reducida.
·         Otro test interesante para obtener una valoración aproximada de la capacidad de visión de los niños más pequeños es el test de preferencia visual. Está basado en la preferencia del niño en mirar un patrón rayado frente a uno liso igualmente iluminado. Consiste en la presentación de una imagen de rayas negras sobre un fondo gris claro con el objetivo de llamar la atención del niño sobre ella. Se inicia con el panel que tiene la figura más grande o de baja visión y de forma decreciente se van cambiando por otros con una frecuencia mayor de rayas pero más finas, hasta que el niño deje de prestar atención hacia la dirección de la imagen. Este test puede ser útil en niños menores de 2 años.
·         En los niños mayores, la prueba de oclusión unilateral o cover test, es también útil para comprobar si hay estrabismo. Consiste en cubrir uno de los ojos mientras el niño está mirando a un objeto distante. Si el otro ojo no cubierto se mueve hacia afuera o hacia adentro, entonces podría indicar que sus ojos no están alineados y que tiene estrabismo. El ensayo se repite a continuación, cubriendo el otro ojo.
·         Para la valoración de la agudeza visual en niños que empiezan a colaborar puede utilizarse el test de Pigassou que consiste en la presentación de figuras fácilmente reconocibles por el niño.
Otra prueba que se utiliza comúnmente para niños de 3-5 años es el test de visión con la letra E en diferentes orientaciones (arriba, abajo, derecha e izquierda) y tamaños, que el niño debe acertar. A veces para preparar al niño para esta prueba y que la entienda y se familiarice con ella, es conveniente practicar previamente en la consulta o en casa.
·         Para los niños que pueden reconocer algunas letras puede utilizarse el sistema HOTV, en la que las letras H, O, T y V se muestran en diferentes tamaños en un gráfico. Al niño se le pide que identifique la letra mostrada a unos metros de distancia con una de las cuatro letras que tiene cerca de él.



Para los niños más grandes puede usarse el test de Snellen que se utiliza para los adultos. En general, la tabla de Snellen es el test más preciso y se debe utilizar siempre que sea posible.

Después de realizado el test de visión se valoran los resultados teniendo en cuenta la edad del niño. Los niños en edad preescolar no necesariamente necesitan tener visión 20/20 (o de 1) para pasar la prueba.
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No obstante, además de la edad, también es importante considerar otros factores en la valoración de la agudeza visual. La diferencia importante de visión entre los dos ojos, aunque el ojo que peor vea se encuentre dentro de los valores normales para su edad, podría indicar una pérdida grave de la visión.
También es aconsejable que sean vistos por el oftalmólogo pediatra los niños que no colaboran en las pruebas de visión durante varios intentos en el examen realizado en la consulta del pediatra.

·         La remisión a un oftalmólogo pediátrico es también una buena idea para los niños que desvían los ojos (estrabismo) después de los seis meses de edad, los niños que tienen limitada la motilidad ocular, o si tienen el párpado superior caído (ptosis). Los niños también deben ser examinados por un oftalmólogo si tienen un alto riesgo de tener problemas visuales, como los niños con antecedentes familiares de  enfermedades o de otros trastornos oculares infantiles, los niños prematuros, los niños que nacen con una infección congénita (toxoplasmosis, rubeola, varicela,..), síndrome de Down, niños con angiomas que afectan a los párpados o con síndrome de Sturge Weber, síndrome de Marfan, neurofibromatosis o diabetes.



  
Os hemos apuntado una revisión simple de porque es importante una revisión ocular de nuestros hijos. Lo normal es que no tengan ninguna alteración. Es preciso estar muy pendientes entre los 4 y 9 años, tanto padres como profesores, para detectar cualquier síntoma o signo que alarme un poco. Si es necesario os lo remitiremos a una óptica para unas gafas; lo contrario no es de sentido común ni práctico.


OFTALMÓLOGO ESTEPONA


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