jueves, 28 de agosto de 2014

iPAD Y TUS OJOS



Desde que se presentara este nuevo dispositivo de Apple, mucho se ha escrito en la red sobre el iPad. Éste no es un blog sobre tecnología y gadgets, y aunque personalmente me gustan los aparatitos electrónicos, no escribo artículos sobre mis preferencias y opiniones en sistemas operativos, ordenadores, móviles, etc. Entonces, ¿qué pinta una entrada sobre el iPad en un blog sobre oftalmología?.
Se debe a lo mucho que se está debatiendo y comparando el iPad con otros dispositivos de la misma gama, en especial en su faceta como lector de libros electrónico, comparando con los dispositivos de tinta electrónica. En el debate se argumenta cómo afectan los diferentes gadgets al sistema visual, y creo que ahí este blog puede aportar algo.

Antecedentes

Realmente no me había planteado escribir un artículo sobre el iPad, ha sido después de varias sugerencias de lectores (gracias a todos). Y no se me había ocurrido precisamente porque, al margen de las muchas o pocas novedades que pueda presentar el dispositivo de Apple en el ámbito técnico, a nivel visual no hay ninguna novedad reseñable. No se me ocurre nada nuevo que contar que ya no haya dicho al hablar de la fatiga visual en general, las pantallas de visualización en particular, y la tinta electrónica.
Pero me sugirieron el artículo, me puse a navegar un poco, y es cierto que se están diciendo muchas cosas que merece la pena aclarar. Sí que da la sensación que cuando la empresa de la manzana saca un aparato, nos encontramos con los defensores acérrimos y los enemigos declarados. Y se usa la salud visual como argumento, pero en mi opinión con poca objetividad. Así que hoy no voy a decir nada que no esté en los tres artículos que he enlazado antes, pero voy a reorganizar la información, a ver si aporto más claridad.


El resumen corto

Para el que no tenga tiempo o ganas de entrar en un análisis más pormenorizado, vamos a resumir las conclusiones. A nivel visual, el iPad es simplemente una pantalla de visualización, como el monitor de un ordenador. Por características de tamaño y proximidad, el trabajo visual que implica trabajar con un iPad es superponible al que se realiza con un portátil. Comparando estos sistemas con un libro convencional o un dispositivo de tinta electrónica, tal como explicamos, hay diferencia: el sistema visual está más relajado con un sistema pasivo (libro, tinta electrónica) que con uno activo (portátil, iPad). Por lo tanto, para un uso prolongado o en personas con predisposición a tener fatiga visual, es probable que estén más cómodos utilizando la tinta electrónica.
Por tanto, ¿es inadecuado el iPad como e-reader (lector de libros electrónico)?. Evidentemente, no. Prácticamente todos nosotros nos pasamos varias horas al día delante de una pantalla de visualización (televisión, ordenador). Leer un libro o “trabajar con el ordenador” para el ojo viene a ser lo mismo. No tiene sentido defender que no debemos “leer un libro” con un dispositivo convencional tipo iPad, pero admitamos que para trabajar, navegar, etc, podamos utilizar el ordenador sin problemas.

Para el que quiera saber más

Analicemos un poco el problema, qué factores pueden influir en la fatiga visual:
  • Factores intrínsecos del sistema visual. Es lo más importante, lo que va a condicionar que para las mismas actividades visuales a unos les produzca fatiga y a otros no. Ya los hemos descrito en el artículo enlazado: pequeños defectos de graduación (muchas veces no diagnosticados), problemas en la superficie del ojo (sequedadblefaritisalergia, etc)  estrabismos latentes.
  • Factores externos. Condicionantes fuera del ojo que, habitualmente combinados con los factores intrínsecos, pueden desencadenar la fatiga visual. A su vez los dividimos en factores ambientales (sequedad, polvo, aire, temperatura), y lo que vamos a llamar trabajo o estrés visual. No es una denominación oficial, es una forma coloquial que utilizaremos en este artículo para referirnos a los factores funcionales que dependen del elemento que atrae la atención de nuestro sistema visual.
Los factores intrínsecos son los más importantes y los que más fácilmente se pasan por alto. Nos quejamos de cómo se nos cansa la vista con el ordenador, por ejemplo, echando la culpa a que el monitor es malo, o que el aire acondicionado está a tope. Pero resulta que nuestro compañero de trabajo está sometido a las mismas condiciones y el no tiene ningún problema. Así que dependiendo de cómo esté previamente nuestro sistema visual, nos adaptaremos mejor o peor a las situaciones adversas.
Los factores ambientales dependen de nuestro entorno más que del tipo de objeto o dispositivo que utilicemos. Que usemos un libro, un dispositivo de tinta electrónica o una pantalla convencional no va a producir más polvo o sequedad. Por lo tanto no es un elemento diferencial.


Entonces la clave es el trabajo visual, que es diferente para cada elemento. Así que analicemos qué nos puede producir este trabajo visual.
  • Origen de la luz. Nuestros ojos trabajan de forma natural con luz indirecta. El sol (y posteriormente la luz artificial) ilumina los objetos y nosotros los vemos gracias a la luz reflejada. El ojo no trabaja bien mirando al sol directamente, y tampoco enfocando directamente una fuente de luz. Las pantallas de visualización son fuentes directas de luz. Bien es cierto que desde las primeras televisiones y monitores a las actuales se ha avanzado mucho, y ya no producen tanta fatiga como antes, pero es indudablemente un factor. Por lo tanto, en este aspecto produce menos trabajo visual leer un libro o un dispositivo de tinta electrónica que ver la televisión, uno ordenador o un iPad. Dentro de las pantallas activas, el grado de estrés depende de la cantidad de campo visual que se ve afectada por esta iluminación directa. Cuanta más porción de nuestra zona de visión se ve iluminada de esta forma, mayor trabajo visual. Y eso no sólo depende del tamaño de la pantalla, sino de la distancia a la que esté.
  • Proximidad del objeto. Esto varía bastante de unos individuos a otros en función de nuestra motilidad ocular, pero en general nuestro sistema visual está más cómodo mirando objetos lejanos que cercanos. Mirando a lo lejos los ojos están casi paralelos, y el enfoque es “automático” si no hay defectos de graduación. Al mirar de cerca, los ojos deben aproximar sus ejes en un proceso llamadoconvergencia, que en general supone cierto trabajo visual. Y además el enfoque supone un proceso activo, donde un músculo debe permanecer contraído, en un proceso llamado acomodación. Así, excepto en algunos miopes que no llevan gafas o lentillas, tenemos que mantener contraído ese músculo de la acomodación. Y en los miopes, esa disociación entre ambos procesos (no tienen que acomodar pero sí converger) también puede producir trabajo visual.
  • Grado de precisión visual exigida. Es diferente mirar una imagen que leer. El hecho de reconocer siluetas a gran velocidad (que es lo que supone la lectura) necesita mayor precisión que ver una película o una fotografía, por ejemplo. Depende del tamaño del detalle o letra, tendremos más o menos exigencia visual. También es importante el contraste, la resolución de la pantalla, etc.
Puede haber más condicionantes del trabajo visual, pero estos son los más importantes. No nos tiene que asustar el término: “trabajo” o “estrés visual” suena mal, como a enfermedad. En general, la actividad de un órgano o sistema del organismo no es negativa por sí mismo, puede serlo el sobreesfuerzo. Por ejemplo, para conservar la salud de un músculo no debemos minimizar que trabaje, sino que tenemos que darle un trabajo adecuado, ni demasiado poco (el músculo se atrofia) ni demasiado intenso o prolongado (se sobrecarga y pueden aparecer lesiones).


Con el ojo pasa más o menos lo mismo; si bien es raro encontrar problemas por “usarlo poco” (excepto en la infancia), si lo “estresamos mucho” podemos producir una sobrecarga de trabajo que dará síntomas visuales (pero no lesiones ni enfermedades reales). Pero un trabajo visual adecuado a nuestras posibilidades no es negativo. ¿Y qué denominamos “adecuado”?. Como decíamos antes, cada sistema visual se adapta a una intensidad de trabajo diferente. La regla es fácil, cuando “nos pasamos” tenemos fatiga visual. Si no nos fatigamos, la cosa va bien. No debemos pensar que nuestros ojos “sufren en silencio” o estamos deteriorando nuestra salud visual sin darnos cuenta.
Dicho esto analicemos cuánto trabajo visual producen diferentes situaciones.
  • Una situación ideal de mínimo trabajo visual, sería estar con los ojos cerrados. No hay (casi) luz, directa o indirecta al sistema, no se produce enfoque a ninguna distancia y no exigimos ninguna precisión visual. En cualquier otra situación nuestros ojos están sometidos a cierto grado de trabajo visual.
  • Con los ojos abiertos, una situación de “ojos relajados” la tenemos por ejemplo cuando damos un paseo por el campo. Luz natural indirecta, predomina la visión lejana, y disfrutando del paisaje no exigimos un requerimiento visual grande. Para aquellos que por trabajo o afición están muchas horas leyendo o delante del ordenador y acaban cansados, es un buen consejo que aprovechen el fin de semana para hacer una escapada al campo.
  • Cuando estamos viendo la televisión, al ser una pantalla de iluminación directa tenemos cierto estrés visual. Habitualmente no muy grande, ya que suele estar a una distancia prudencial del ojo, y para los tamaños habituales, la televisión ocupa una parte relativamente pequeña del campo visual (por cierto, que sería una buena idea hacer un artículo sobre los tamaños adecuados de la televisión; lo anoto en la lista de artículos pendientes). Por otra parte, por estar habitualmente a más de 1-2 metros de distancia, tampoco se considera “esfuerzo de cerca”, y hay poca exigencia de acomodación y convergencia. Y si bien hay cierta exigencia en la precisión visual, salvo que leamos muchos subtítulos, tampoco es un factor muy relevante.


  • Cuando estamos leyendo un libro, tenemos como ventaja que no es una fuente directa de luz, así que por aquí vamos bien. Sin embargo, el enfoque es muy cercano (30-40 centímetros). Y la exigencia de precisión es alta, porque se trata de leer. Por lo tanto, lo podemos considerar como una forma de trabajo visual relativamente alta.

  • Trabajar con un ordenador de sobremesa es una fuente de luz directa, parecido a la televisión, pero por la distancia y los tamaños habituales de pantalla, hay más campo visual afectado por iluminación directa, por lo que hay más fatiga visual. También hay más exigencia porque solemos leer o trabajar con precisión. La distancia es relativamente corta, pero habitualmente algo más que la distancia de lectura de libro (50-70 cm frente a los 30-40 del libro). Pueden parecer pocos centímetros de diferencia, pero cara a la convergencia y la acomodación, es mucho. En general, trabajar con un ordenador de sobremesa es más fatigado que la televisión, y habitualmente más que leer un libro, porque el efecto de luz directa aquí suele tener más relevancia que la mayor cercanía del libro. Por otra parte, la posición del libro (por debajo de los ojos) supone menos fatiga que mirar de frente a la pantalla. Y también es cierto que solemos estar más horas delante del ordenador que delante de un libro, cosa que influye mucho.
  • Trabajar con un dispositivo de tinta electrónica sería equivalente a un libro.


  • Y utilizar un iPad, por posición y distancia tendría un trabajo visual equivalente al de un libro o un lector de tinta electrónica. Al ser una fuente directa de luz, tendría una carga adicional de trabajo visual. Comparando el iPad (y en general cualquier pantalla relativamente pequeña de portátil o tablet) con una pantalla convencional de ordenador, la porción de campo visual ocupado por la iluminación directa es menor. La posición del dispositivo portátil la colocamos a nuestro gusto, así que al igual que pasa con el libro o con el lector de tinta electrónica, podemos colocarlo por debajo de nuestros ojos para mayor comodidad. Comparando el inconveniente de la mayor cercanía y las ventajas de su menor tamaño relativo y mayor maniobrabilidad, en general el iPad y dispositivos similares producirán menos fatiga visual que una pantalla de ordenador convencional. Eso es generalizando mucho: una pantalla de ordenador pequeña pero con la letra grande podría producir menos fatiga que el iPad, pero es difícil hacerlo en la práctica.

Conclusiones

Respondiendo entonces a la pregunta original: ¿es más descansada la tinta electrónica que el iPad?. Sí. Entonces, ¿el iPad es un dispositivo inadecuado como lector de libros electrónico?. En principio no, es un sistema diferente que ofrece distintas cosas.
Si uno utiliza varias horas al día el ordenador sin problemas, es difícil que la utilización moderada del iPad vaya a suponer un problema de fatiga visual. Trabajar o navegar durante horas con el ordenador supone un trabajo similar o levemente superior a la lectura de un libro convencional, y como decíamos el iPad no va a implicar mayor trabajo que un ordenador.
Pero si uno es un lector empedernido (de estarse una gran cantidad de horas leyendo), quiere encontrar una auténtica alternativa al libro convencional, y nota fatiga visual con el ordenador, posiblemente el lector de tinta electrónica sea la solución.


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