Hace 80 años que fue descubierto y, desde entonces, ha sido uno de los grandes protagonistas de los tratamientos estéticos contra el envejecimiento, pero sus usos y las investigaciones en torno al AH van mucho más lejos.
Poco podían imaginar el doctor Karl Meyer y su ayudante
John Palmer la cantidad de usos que la medicina podría darle a aquella molécula
extraída de los ojos de una vaca que, en 1934, lograron aislar en el
Laboratorio de Oftalmología de la Universidad de Columbia.
La bautizaron como Ácido Hialurónico (AH) y, aunque
sospecharon que podría tener algún empleo terapéutico, no fue hasta la década
de 1980 cuando comenzó a usarse. Hoy sabemos que tiene múltiples efectos
gracias a los que se pueden diferenciar tres grandes grupos según su función:
como lubricante, por su acción regenerativa, cicatrizante, antiinflamatoria,
bacteriostática y de capa protectora ante infecciones, y por último por su
capacidad de absorción de agua.
1.- Oftalmología
De la primera de estas funciones da buena cuenta la
Oftalmología, ya que el AH se emplea y mucho para elaborar lágrimas
artificiales para tratar el ojo seco: «Va a mantenerse mucho tiempo sobre la
superficie ocular y la va a humedecer más intensamente. Al mismo tiempo, atrae
el agua y logra que el paciente esté más cómodo durante más tiempo poniéndose
gotas menos veces al día», afirma el doctor Francisco Javier Hurtado Ceña,
director médico de la Clínica Rementería, en Madrid.
Los odontólogos lo emplean contra la sequedad bucal y en el
tratamiento de la patología de la articulación temporomandibular
En este mismo área se usan unas sustancias llamadas
viscoelásticas —algunas contienen AH— que en las operaciones de cataratas
amplían una serie de espacios para que los cirujanos puedan operar con el
instrumental necesario sin rozar las paredes del ojo. Además, «se investiga el
uso de este ácido y de sustancias parecidas como el colágeno (que se usa en
glaucoma) como material de lentes de contacto y para implantes intraoculares»,
agrega el doctor.
2.- Odontología
Por ese mismo efecto lubricante lo emplean también los
odontólogos contra la sequedad bucal y en el tratamiento de la patología de la
articulación temporomandibular (en este caso se ve implicada además su acción
antiinflamatoria). Pero no se paran ahí sus utilidades y, según explica el
doctor Juan López-Quiles, vocal de la Comisión Científica del Colegio de
Odontólogos y Estomatólogos de la I Región (COEM), por el segundo gran grupo de
funciones del AH «es utilizado en patología de la mucosa oral; lesiones, aftas
y úlceras por roce en la cavidad bucal; uso de prótesis dentales removibles;
gingivitis (ayuda a reparar el tejido infectado); intervenciones
odontoestomatológicas; lesiones por radioterapia y quimioterapia; dentición en
los niños, y lesiones por aparatos de ortodoncia, entre otros».
3.- Más que estética
(lipodistrofias)
Es cierto que quizás el uso más extendido y conocido del
Ácido Hialurónico es el estético. El motivo es que en el caso de la dermis este
la da sostén y la mantiene hidratada. Pero, según envejecemos, los fibroblastos
(células de la dermis y principales productores de AH) reducen su función y con
ella la cantidad de AH. Y aunque no es la única causa que favorece la aparición
de arrugas es un motivo para que la piel esté más seca, haya menos colágeno y
se pierda el soporte de la piel.
Cuando esto sucede, podemos tener una ayuda externa con
los AH no reticulados y reticulados: «Los primeros se usan en mesoterapia y su
función principal es hidratar y dar luminosidad a la piel. Los segundos se usan
como material de relleno y, aunque siguen siendo biodegradables, duran entre 6
meses y dos años», explica la doctora Elia Roó, coordinadora del Grupo Español
de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET) de la Academia Española de
Dermatología y Venereología.
Pero más allá de la estética y el rejuvenecimiento, el AH
se emplea para tratar lipodistrofias o cambios anormales en la distribución de
la grasa –un trastorno que da lugar a ‘hundimientos’ en la cara y en el resto
de cuerpo–; para eliminar las cicatrices de acné, en tratamiento combinado con
láser, por ejemplo; o para levantar cicatrices quirúrgicas. En Odontología
también se utiliza en tratamientos de mejora estética sólo de la zona perioral,
mientras que en Cirugía Maxilofacial tiene las mismas indicaciones y se amplía
al resto de la región maxilofacial (cráneo, cara y cuello). Eso sí, «no está
recomendado este uso en los siguientes casos: pacientes con tendencia a
desarrollar cicatrices hipertróficas o con hipersensibilidad conocida al AH,
mujeres embarazadas o en periodo de lactancia y niños», previene el experto del
COEM.
Es de utilidad también en dermatología para cicatrizar
heridas y tratar úlceras de presión, a través de apósitos y cremas. «El motivo
es que se ha visto que en el proceso natural de cicatrización aumenta la
cantidad de Ácido Hialurónico en el mecanismo de curación por lo que se piensa
que modula todas las fases de curación de la herida, además de hidratar y
ayudar en la regeneración del tejido», explica la doctora Roó.
4.- ONCOLOGÍA
Investigaciones en curso–Empleo de un gel de AH para reducir la
toxicidad rectal en la radioterapia del cáncer de próstata.–AH para separar
próstata y recto durante la radioterapia para disminuir la toxicidad del órgano
vecino.– Gel de polivinilpirrolidona sodio hialuronato para reducir el dolor de
la mucositis oral en jóvenes que siguen un tratamiento para el cáncer.–Para
incrementar la humedad vaginal en mujeres con cáncer de mama y síntomas de
deprivación de estrógenos.– Solución con ácido hialurónico e irinotecán para
infusión en el cáncer colorrectal metastásico y como biomarcador en el
mesotelioma, una rara forma de cáncer.
5.-Traumatología
La introducción del AH en el área de la traumatología
para el tratamiento de la artrosis se hizo al comprobarse que en esta enfermedad
el Ácido Hialurónico del liquido sinovial estaba disminuido en su concentración
y las cadenas (peso molecular) eran más cortas. Así existen trabajos
aleatorizados que muestran un efecto beneficioso sobre el dolor y la función de
la articulación. «Por un efecto analgésico sobre la membrana sinovial y
reduciendo las enzimas inflamatorias que esta produce. Y, debido a su alta
viscosidad, por un efecto mecánico de ‘engrase’ de la articulación llamado
viscosuplementación», afirma el doctor Javier Vaquero Martín, jefe del Servicio
de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Gregorio Marañón (Madrid) y
miembro de la Junta Directiva de la Sociedad España de Cirugía Ortopédica y
Traumatología (SECOT).
Sin embargo, a día de hoy, «no hay evidencia científica
de que su administración intraarticular revierta el deterioro producido por la
artrosis en el cartílago», matiza.
El tratamiento con esta sustancia debe de hacerse a
través de inyecciones intraarticulares, aunque también se ha demostrado
posteriormente que podría haber una absorción por vía oral, pero en este caso
«se pierde el efecto mecánico de viscosuplementación. Por esta vía se usa como
suplemento dietético, pero hay pocos trabajos científicos que lo apoyen»,
afirma el cirujano.
El peso molecular del AH está relacionado con la duración
del alivio de los síntomas. Por ello los preparados reticulados permiten una
mayor duración del producto dentro de la articulación –casi un mes frente a los
5-9 días de los no reticulados– y tienen una «evidente ventaja», al ser
suficiente una inyección semestral frente a las 3-5 inyecciones recomendadas
con el producto no reticulado: «Además, con el menor número de pinchazos
también disminuye el riesgo de provocar una infección en la articulación»,
agrega el doctor Vaquero.
Todas las utilidades ¿Qué es el AH y para qué se usa? El Ácido
Hialurónico (AH), también denominado hialuronato, es un polisacárido de alto
peso molecular que se encuentra de forma natural en nuestro organismo. Destaca
su concentración en la piel, el humor vítreo del ojo, las articulaciones,
formando parte del líquido sinovial, y la matriz del propio cartílago. En el
caso del AH usado para tratamientos terapéuticos, su origen ha pasado de ser
animal (cresta de gallo), a una substancia sintética obtenida por ingeniería
genética con la que las reacciones alérgicas son muy infrecuentes .
6.- Urología
En el caso de la Urología, hay que saber que la vejiga
está recubierta en su interior de una fina capa de glicosaminoglicanos (GAGs),
de los cuales, el AH es uno de los componentes más destacados, junto con el
condroitín sulfato. Esta capa se comporta como una barrera protectora frente a
diferentes agresiones: factores irritantes en la orina, micro-organismos,
agentes carcinógenos, microcristales, proteínas y urea, garantizando la
integridad de la mucosa e impidiendo la absorción de sustancias tales como el
potasio y otros factores irritantes.
«La afectación de esta capa de recubrimiento podría ser
común a procesos tales como el síndrome de dolor vesical/cistitis intersticial,
la cistopatía rádica y las infecciones urinarias recurrentes», apunta el doctor
José María Adot Zurbano, urólogo del Hospital Universitario de Burgos y
coordinador nacional del Grupo de Urología Funcional Femenina y Urodinámica de
la Asociación Española de Urología (AEU).
De ahí el uso del AH en diversos tratamientos, entre los
que cabe destacar el de las infecciones recurrentes. «Es un tratamiento
novedoso por el que se ha valorado la eficacia del AH intravesical con o sin
condroitín sulfato para la cistitis bacteriana recurrente en mujeres adultas.
Las instilaciones AH y condroitín sulfato reducen significativamente la tasa de
infecciones del tracto urinario sin efectos secundarios graves frente a
placebo, mejorando los síntomas y la calidad de vida en pacientes con
Infecciones recurrentes», explica el experto.
También la Cistopatía por radioterapia, una lesión que
compartiría mecanismo lesional con el síndrome de dolor vesical y las
infecciones urinarias recurrentes (daño urotelial), se beneficia del uso de
estos productos.
7.- Interés oncológico
En cuanto a las investigaciones que con el AH se están
llevando a cabo en el ámbito de la oncología, el doctor Alfredo Carrato,
presidente de la Federación de Sociedades Españolas de Oncología (FESEO) y de
la Asociación Española de Investigación Contra el Cáncer (ASEICA), enumera
algunas de las muchas que existen en desarrollo y explica en qué caso se
aplicarían (en el gráfico).
Hay estudios que han mostrado que las hialuronidasas (unas
enzimas que degradan el AH) ayudan también a degradar la matriz extracelular
que rodea las células tumorales
Pero, ¿qué propiedades tiene el Ácido Hialurónico que tan
interesante parece en esta lucha contra el cáncer? «El AH es uno de los
componentes de la matriz extracelular. Existe un diálogo continuo entre las
células tumorales y el tejido circundante que puede estimular la proliferación
y la invasividad de las células tumorales. Hay estudios que han mostrado que
las hialuronidasas (unas enzimas que degradan el AH) ayudan también a degradar
la matriz extracelular que rodea las células tumorales.
Por otra parte, la unión del Ácido Hialurónico a sus
receptores CD44 o RHAMM puede promover la transición epitelio-mesénquima o
incrementar la motilidad de las células neoplásicas para invadir vasos y viajar
a distancia (metástasis), por lo que la inhibición de las hialuronidasas o de
la unión del AH a sus receptores podría ser útil en la terapia antineoplásica»,
explica el experto en oncología.
Todo un reto para el que aún habrá que esperar para
confirmar al AH como otra de las joyas de la corona también en ese área.
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