El glaucoma es un grupo de enfermedades
oculares que pueden conducir a la ceguera al dañar el nervio óptico. El ojo
produce continuamente un líquido, llamado acuoso, que debe drenarse del ojo
para mantener una presión ocular saludable.
En el glaucoma de ángulo abierto
primario, que es el tipo más común de glaucoma, los canales de drenaje del ojo
se bloquean y la acumulación de líquido hace que se forme una elevada presión
dentro del ojo. Esta presión puede causar daño al nervio óptico, que transmite
información desde el ojo al cerebro para su “procesamiento”.
El glaucoma ocasiona pérdida de visión
periférica (o lateral) inicialmente, y el efecto puede ser como mirar a través
de un tubo o dentro de un túnel angosto. Este efecto de "visión de
túnel" hace que sea difícil caminar sin toparse con objetos que están a un
costado, cerca de la cabeza o al nivel de los pies:
El glaucoma es una condición ocular
especialmente peligrosa porque la mayoría de las personas no experimentan
ningún síntoma ni signos de advertencia temprana al inicio del glaucoma. Esta
es la razón por la cual el glaucoma a menudo se llama "el ladrón furtivo
de la vista" o enfermedad “ silente”.
El glaucoma puede ser tratado, no curado.
El glaucoma se puede tratar, pero no es curable. El daño al nervio óptico por
glaucoma no se puede revertir. Sin embargo, reducir la presión en el ojo puede
ayudar a prevenir un mayor daño al nervio óptico y una mayor pérdida de la
visión periférica.
La detección temprana, el tratamiento
apropiado y continuo, y la disponibilidad de servicios especializados de
rehabilitación de visión y visión reducida pueden ayudar a las personas con
glaucoma a vivir una vida productiva y satisfactoria.
Comenzando tan temprano como a los 35
años, una prueba de presión ocular (también llamada tonometría) para el
glaucoma debe ser una parte esencial de su examen ocular integral anual.
Además, una prueba de campo visual, en situaciones intermedias, puede detectar
la pérdida de la visión periférica antes de que pueda siquiera darse cuenta. Y
una tomografía de papila, OCT, nos confirma en la existencia o no de riesgo de
glaucoma, y es muy eficaz en situaciones iniciales.
En resumen, que tu oftalmólogo te diga cómo
está tu nervio óptico, con una retinografia y una OCT, y que te oriente sobre
el riesgo personal a medio plazo.
OFTALMÓLOGO ESTEPONA
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