domingo, 9 de diciembre de 2012

LA CAJA TONTA




Muchos padres se preguntan: ¿cuánto tiempo puede pasar mi hijo frente a la televisión?
Según los últimos estudios realizados en EE UU, los niños pasan una media de 3 a 4 horas al día viendo la tele, cuando lo ideal sería que el tiempo de exposición no supere los 60 minutos diarios.




Cada día, mis hijos ponen su serie favorita de dibujos animados mientras meriendan. Sin embargo, hoy esta serie no termina ni empieza otro programa que les aburre, sino que continúa con otro capítulo o con otra serie que incluso les gusta más que la anterior.
Entonces, me parece que siempre les digo lo mismo: ¡apagad la tele, que hay que empezar a hacer otra cosa! Y así nos enredamos en un tira y afloja que se repite diariamente. En la actualidad, existen canales dedicados en exclusiva a la programación infantil con series para desayunar antes de ir al colegio, para merendar... e incluso para pasar la mañana cuando el niño está malito en casa o la tarde cuando no tiene deberes.
Para evitar que los niños pasen demasiadas horas frente al televisor, los padres debemos seleccionar programas específicos para ellos, que sean adecuados a su nivel de desarrollo. Y, sobre todo, es recomendable establecer ciertos períodos de tiempo en los que la televisión debe estar apagada.
Así, las horas de estudio, que requieren un nivel de concentración y deben dedicarse al aprendizaje, no son para sentarse frente a la televisión mientras intentan hacer los deberes. Lo mismo debería ocurrir con las horas de las comidas, que son para conversar con otros miembros de la familia y no para mirar la televisión. Pero, si lo que pretendemos es que ellos sean responsables respecto al tiempo y a los contenidos que ven en televisión, también podemos enseñarles a usar la programación de la tele de una manera saludable y positiva.
¿Cómo? Viendo los programas con ellos, hablándoles sobre los valores positivos que se mencionan, señalándoles la conducta positiva de los personajes o rechazando la negativa como la violencia, realizando comparaciones con eventos reales o lugares que hayan visitado y siendo crítico con el papel de la publicidad y su influencia en las compras. Y no olvides que lo mejor es predicar con el ejemplo.




Los efectos de la televisión en el desarrollo social y emocional de los niños
El tiempo que un niño pasa frente al televisor es tiempo que le resta a otras actividades importantes como la lectura, el trabajo escolar, el juego, la interacción con la familia y el desarrollo social.
Los niños también pueden aprender cosas en la televisión: unas pueden ser educativas y otras inapropiadas o incorrectas. En la mayoría de las ocasiones, los niños no saben diferenciar entre los contenidos que les vienen bien y los que no, del mismo modo que su ingenuidad hace tengan dificultades para distinguir entre la ficción presentada en la televisión y la realidad.
Cuando los niños están viendo un programa de televisión, están también bajo la influencia de numerosos anuncios comerciales, algunos de los cuales son de bebidas alcohólicas, comidas de preparación rápida y juguetes.

Los niños que ven demasiada televisión están expuestos a un mayor número de riesgos para su desarrollo intelectual y emocional. Algunos de ellos son los siguientes:
- Sacar malas notas en la escuela. Sucede al dedicar más tiempo a la televisión que a los deberes y al estudio.
- Leer menos libros. Demasiada televisión resta tiempo a la lectura.
- Hacer menos ejercicio físico. La televisión supone un grave peligro de sedentarismo para los niños.
- Tener problemas de sobrepeso. El sedentarismo unido a un mayor consumo de snaks y productos calóricos durante el tiempo que pasan sentados delante de la televisión puede aumentar su riesgo de obesidad.
- Convertirse en niños pasivos. La celeridad con la que pasan las secuencias de las imágenes en televisión puede hacer perder a los niños por otros juegos tradicionales, que para ellos, se convierten en lentos, aburridos y sin interés.
- Entender parcialmente lo visto. La violencia, la sexualidad, los estereotipos de raza y de género, y el abuso de drogas y alcohol son temas comunes en los programas de televisión. Los niños son impresionables y pueden asumir que lo que ellos ven en televisión es lo normal, seguro y aceptable. Por consecuencia, la televisión también expone a los niños a tipos de comportamiento y actitudes que pueden ser abrumadores y difíciles de comprender.




Los niños son los grandes explotados por la publicidad en la televisión. Los fabricantes de juguetes ganan millones cada año por lanzar al mercado sus productos para niños. Los fines de semana y las vacaciones son sus temporadas preferidas, cuando se generan aún más beneficios económicos. Además, la publicidad televisiva proyecta estereotipos relacionados a aspectos raciales, sociales, culturales, sexuales, así como también hábitos alimentarios.

Según estudios norteamericanos, se emiten una media de 23 publicidades por hora, que sugieren cereales, galletas, comidas rápidas, refrescos y golosinas. Ese excesivo número de anuncios comerciales que sugieren alimentos está relacionado con la obesidad infantil. Por otra parte, la exagerada representación de imágenes corporales perfectas puede contribuir al problema de la anorexia nerviosa, sobre todo, en adolescentes, debido a la ansiedad que provoca. Si un niño con sobrepeso aprende en la televisión lo importante que es mantener la forma de una manera exagerada, va a desarrollar complejos y consecuentemente seguirá los consejos y las dietas que digan en la televisión, aparte de los valores erróneos que estará asimilando.

Más de la mitad de la publicidad contiene información errónea, engañosa o ambas, pero que los niños creen como verdadera. De tal manera que, la televisión no sólo ofrece sino que impone experiencias y condicionantes a nuestros niños, pues ellos son el principal blanco hacia el cual van dirigidos la mayoría de los anuncios comerciales.





Y  desde el punto de vista ocular, es obvio que se reduce el parpadeo, hay más alergias, y mayor tendencia a la miopía.


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