Con la crisis económica, y antes
también, se reduce la frecuencia de visitas de vuestros hijos al médico
oftalmólogo para actualizar
la graduación de las gafas o, simplemente, para someterse a una revisión
visual. Este descenso afecta negativamente a la calidad de la visión de los niños
y adolescentes españoles, lo que puede repercutir en aspectos tan diversos como el
rendimiento escolar de los más pequeños, la conducción o el
trabajo de los adultos.
Que la
crisis produce empeoramiento de la salud visual es debido sobre todo al descenso
notable en la frecuencia de las visitas al médico para someterse a las
pertinentes revisiones visuales, imprescindibles para garantizar una correcta
salud de la vista.
Al margen de los problemas que
esta situación acarrea en los adultos, veamos cómo afecta a los más pequeños,
que es más agravante y . El fracaso escolar sería una de las consecuencias. Se
estima que casi el 30% de los casos de fracaso escolar se deben a problemas
visuales, y a pobres graduaciones por servicios paramédicos..
El 25% de los escolares sufre
problemas visuales que pueden afectar a su rendimiento académico, siendo la
miopía un problema que va en aumento entre los estudiantes. Se insiste en muchos
medios en la importancia de que los niños acudan al oculista al menos una
vez al año para
detectar posibles problemas visuales que influyen en su desempeño, pero que son
de fácil solución.
La verdad es que en una época
como esta, cuesta hacer determinados esfuerzos económicos, pero recordemos que invertimos
en la salud visual de nuestros hijos, lo cual es fundamental
para su aprendizaje y calidad de vida. Y no retrasemos el momento si observamos
algún síntoma
de problemas visuales en los niños.
En el colegio los niños tienen un
contacto continuado con libros, ordenadores, pizarras,… Su rendimiento en
las aulas está directamente relacionado con su salud ocular, ya que más
del 80% de la información que reciben es visual. En
muchas ocasiones, los problemas de aprendizaje están relacionados
directamente con deficiencias en la visión del menor. El niño no se queja si no ve bien.
De hecho, su cerebro se
acostumbra a esa deficiencia y, muchas veces, pasa totalmente
desapercibida para sus padres y educadores. Luego, en las aulas,
el pequeño no rinde, simplemente, porque no ve la pizarra, porque no puede
leer adecuadamente o porque no puede seguir las explicaciones del maestro.
Todo ello se traduce en unas malas calificaciones que, en la mayoría de
casos, no se corresponden con las verdaderas aptitudes y capacidades de
aprendizaje del niño.
Existen una serie de indicios que
pueden indicarnos que un niño no ve bien. Por ejemplo: los problemas de
concentración, la adopción de posturas forzadas para leer, escribir o ver
la televisión, el parpadeo muy frecuente, tener enrojecidos los ojos o que
el niño se los frote. Todas estas acciones son señales de alarma
que pueden apuntar la existencia de un problema ocular. No son las únicas.
Dolores de cabeza frecuentes, visión borrosa, bizqueo,… son también
alertas que deben tenerse muy en cuenta.
Desde que el bebé tiene pocas
semanas de vida ya se pueden detectar posibles patologías oculares, que si
no se corrigen de forma precoz pueden ser irreversibles. Se considera que entre los 6 y los 12 primeros meses de vida es
un buen momento para una primera revisión oftalmológica.
El seguimiento y cuidado de la vista en los niños es fundamental porque el
sistema visual infantil es inmaduro y está en constante desarrollo hasta
los 7 u 8 años. Hasta esa edad, cuanto antes detectemos un problema de
visión más pronto podremos corregirlo y evitar consecuencias negativas,
que podrían acompañarle toda la vida si no se les pone remedio
adecuadamente.
En los primeros exámenes
oftalmológicos se mide la agudeza visual de los niños, lo que nos
permitirá detectar o descartar la existencia de cualquier miopía,
hipermetropía o astigmatismo. Estas deficiencias refractivas corregidas adecuadamente
con el uso de gafas no sólo permitirán una mejor visión,
también contribuirán a mejorar el aprendizaje de los niños y eliminarán
otro tipo de problemas asociados, como dolores de cabeza o malas posturas.
Es común que un menor con una hipermetropía no corregida desarrolle
actitudes similares a niños hiperactivos, ya que su incapacidad de ver
bien de cerca no le permite concentrarse en actividades o juegos que
requieren una atención continuada y una buena visión cercana. Por el contrario,
niños con una miopía no tratada, ante su dificultad para ver de lejos
desarrollan actitudes relacionadas con niños poco activos y retraídos. En
ambos casos el uso de gafas correctoras, además de corregir la visión,
permitirá también normalizar también su actitud ante las actividades
habituales.
También es muy importante tratar
el estrabismo en niños
que acusan una pérdida de paralelismo de los ojos. Esta patología puede
derivar, además, en una ambliopía u ojo vago que debe corregirse con el
uso de parches, gafas correctoras o con cirugía, si fuera necesario. Hay
que tener en cuenta que el cerebro, poco a poco, va anulando la imagen del
ojo que peor ve, hasta llegar, en ocasiones a suprimirla por completo. Por
eso es muy importante detectar y tratar cuanto antes una ambliopía.
El niño no expresa que ve mal con
un ojo o que se cansa cuando lee o dibuja. Esta capacidad la adquieren
sobre los 10 u 11 años, edad ya tardía para solucionar el problema de ojo
vago.
Las revisiones
sistemáticas de la vista de un niño incluyen las siguientes:
·
Los recién nacidos deben someterse a una revisión general de la
salud ocular (de los ojos) llevada a cabo por un pediatra o un médico de
familia en la sala de recién nacidos del hospital.
·
Los recién nacidos de alto riesgo (incluyendo los bebes
prematuros), aquellos que tengan antecedentes familiares de problemas oculares
y aquellos que presenten anomalías evidentes en los ojos deberían ser evaluados
por un oftalmólogo pediátrico.
·
Durante el primer año de vida, todos los bebés deben someterse a
revisiones sistemáticas de su salud ocular realizadas por un pediatra o un
médico de familia.
·
Cuando tengan aproximadamente tres años y medio, los niños
deberían someterse a pruebas oculares de cribado y de agudeza visual (que
evalúan la nitidez de la vista) realizadas por un pediatra o un médico de
familia.
·
Alrededor de los cinco años, los niños deben someterse a una
revisión de la vista y de la alienación ocular realizada por un pediatra o un
médico de familia. Quienes no superen alguna de estas revisiones deberían ser
evaluados por un oftalmólogo pediátrico.
·
A partir de los cinco años, se deben hacer exámenes de vista en
las revisiones escolares y en la consulta del pediatra de atención primaria o
bien cuando aparezcan síntomas como cruzar los ojos (o bizquera) o tener
frecuentes dolores de cabeza. (En muchas ocasiones, los maestros del niño se
dan cuenta de que no ve bien en la clase).
·
Los niños que utilicen anteojos o lentes de contacto recetados por
un médico deberían someterse a revisiones anuales llevadas a cabo por un
profesional de la vista para detectar posibles cambios en la graduación.
·
En los niños más pequeños, una evaluación de la
visión por lo general consistirá en un examen del reflejo del fondo del ojo
(encaminado sobre todo a descartar una posible catarata congénita y el
retinoblastoma), mirar la alineación de los ojos (los ojos desviados pueden
indicar estrabismo) y los movimientos oculares observando como el niño busca y
sigue determinados objetos en movimiento. A partir de los 3 años, el niño ya
suele colaborar en los test de visión para medir la agudeza visual.
·
Se puede obtener mucha información sobre el estado
de salud del ojo de un niño a través de un examen ocular, incluso cuando el
niño es demasiado pequeño para colaborar en los test de lectura u otros test de
visión. Todos los exámenes de la vista incluyen una evaluación de la función
visual, y una inspección de los ojos con una luz o un microscopio de mano
(oftalmoscopio). Es muy habitual que para conseguir un buen examen ocular sea
necesario realizar una exploración con las pupilas dilatadas. Al igual que con
un examen de la vista para adultos, las gotas de dilatación requieren unos 30
minutos para hacer efecto, producen visión borrosa en un grado leve
durante varias horas, y las pupilas pueden verse dilatadas a veces durante el
resto del día.
·
También es importante realizar la prueba del
reflejo luminoso corneal. En ella una luz se dirige hacia el puente de la nariz
y se examina el reflejo de la luz en la córnea para asegurarse de que es
simétrico o brilla en el mismo lugar en ambos ojos. Si no es así podría indicar
la presencia de una desviación de los ojos o estrabismo.
·
Se puede utilizar la prueba de oclusión unilateral
para determinar si un niño pequeño sigue un objeto mientras uno de los ojos
está cubierto. Si el niño se pone muy inquieto o se niega a seguir el objeto
cuando se cubre uno de los ojos, podría indicar que la visión en el ojo
descubierto está reducida.
·
Otro test interesante para obtener una valoración
aproximada de la capacidad de visión de los niños más pequeños es el test de
preferencia visual. Está basado en la preferencia del niño en mirar un patrón
rayado frente a uno liso igualmente iluminado. Consiste en la presentación de
una imagen de rayas negras sobre un fondo gris claro con el objetivo de llamar
la atención del niño sobre ella. Se inicia con el panel que tiene la figura más
grande o de baja visión y de forma decreciente se van cambiando por otros con
una frecuencia mayor de rayas pero más finas, hasta que el niño deje de prestar
atención hacia la dirección de la imagen. Este test puede ser útil en niños
menores de 2 años.
·
En los niños mayores, la prueba de oclusión
unilateral o cover test, es también útil para comprobar si hay estrabismo.
Consiste en cubrir uno de los ojos mientras el niño está mirando a un objeto
distante. Si el otro ojo no cubierto se mueve hacia afuera o hacia adentro,
entonces podría indicar que sus ojos no están alineados y que tiene estrabismo.
El ensayo se repite a continuación, cubriendo el otro ojo.
·
Para la valoración de la agudeza visual en niños
que empiezan a colaborar puede utilizarse el test de Pigassou que consiste en
la presentación de figuras fácilmente reconocibles por el niño.
Otra prueba que se utiliza comúnmente para niños de 3-5 años es el test de
visión con la letra E en diferentes orientaciones (arriba, abajo, derecha e
izquierda) y tamaños, que el niño debe acertar. A veces para preparar al niño
para esta prueba y que la entienda y se familiarice con ella, es conveniente
practicar previamente en la consulta o en casa.
·
Para los niños que pueden reconocer algunas letras
puede utilizarse el sistema HOTV, en la que las letras H, O, T y V se muestran
en diferentes tamaños en un gráfico. Al niño se le pide que identifique la
letra mostrada a unos metros de distancia con una de las cuatro letras que
tiene cerca de él.
Para los niños más grandes puede usarse el test de Snellen que se utiliza para
los adultos. En general, la tabla de Snellen es el test más preciso y se debe
utilizar siempre que sea posible.
Después de realizado el test de visión se valoran los resultados teniendo en
cuenta la edad del niño. Los niños en edad preescolar no necesariamente
necesitan tener visión 20/20 (o de 1) para pasar la prueba.
·
No obstante, además de la edad, también es importante considerar otros factores
en la valoración de la agudeza visual. La diferencia importante de visión entre
los dos ojos, aunque el ojo que peor vea se encuentre dentro de los valores
normales para su edad, podría indicar una pérdida grave de la visión.
También es aconsejable que sean vistos por el oftalmólogo pediatra los niños
que no colaboran en las pruebas de visión durante varios intentos en el examen
realizado en la consulta del pediatra.
·
La remisión a un oftalmólogo pediátrico es también
una buena idea para los niños que desvían los ojos (estrabismo) después de los
seis meses de edad, los niños que tienen limitada la motilidad ocular, o si
tienen el párpado superior caído (ptosis). Los niños también deben ser
examinados por un oftalmólogo si tienen un alto riesgo de tener problemas
visuales, como los niños con antecedentes familiares de enfermedades o de
otros trastornos oculares infantiles, los niños prematuros, los niños que nacen
con una infección congénita (toxoplasmosis, rubeola, varicela,..), síndrome de
Down, niños con angiomas que afectan a los párpados o con síndrome de Sturge
Weber, síndrome de Marfan, neurofibromatosis o diabetes.
Os hemos apuntado una revisión simple de porque es importante una
revisión ocular de nuestros hijos. Lo normal es que no tengan ninguna
alteración. Es preciso estar muy pendientes entre los 4 y 9 años, tanto padres
como profesores, para detectar cualquier síntoma o signo que alarme un poco. Si
es necesario os lo remitiremos a una óptica para unas gafas; lo contrario no es
de sentido común ni práctico.
OFTALMÓLOGO ESTEPONA