miércoles, 31 de agosto de 2016

Y LOS OJOS ?...vuelta al cole



Las revisiones oculares, clave para la salud visual de los niños
Si el cuidado de los ojos es crucial a lo largo de la vida, en la infancia cobra aún más importancia. Las revisiones oculares, anuales hasta los 8 años y hasta la mayoría de edad cada dos, son claves para la prevención.
La doctora Idoia Rodríguez pertenece a la Unidad de Motilidad Ocular y Visión Binocular delCentro Barraquer; sitúa a finales del curso escolar, o antes de que éste comience, el momento idóneo para las revisiones infantiles de los ojos.

Entre sus consideraciones, fruto de su experiencia y sus conocimientos, figuran mensajes como la importancia del diagnóstico precoz para que sea más eficaz el tratamiento; la idea de que la visión que no se gana durante la infancia no se recupera posteriormente; o la estimación de que muchos niños que son calificados como malos estudiantes, cuando en realidad tienen un problema en su vista.


§  ¿por qué hay que realizar revisiones en los niños? 
El desarrollo integral del niño depende en gran parte de la correcta evolución de su visión. El proceso de maduración visual se inicia en el nacimiento y tiene su máxima expresión a los cuatro años de edad y después decrece paulatinamente hasta los 8/9 años, aproximadamente.

Tanto al final como al inicio del curso escolar son momentos muy buenos para realizar una exploración oftalmológica completa y asegurarnos así un buen rendimiento del niño durante el año escolar.
§  ¿Cuándo hay que ir al oftalmólogo?
La primera exploración oftalmológica del niño corresponde tanto al neonatólogo pediatra como al oftalmólogo para detectar posibles anomalías estructurales oculares congénitas u otras patologías como la retinopatía de prematuridad.
Actualmente existe un consenso de que entre el año y los dos años de vida es conveniente realizar un examen ocular completo por parte del especialista para poder evaluar el segmento anterior y posterior del globo ocular, detectar posibles defectos de refracción y valorar el estado de la motilidad ocular para descartar la presencia de estrabismo.
La cadencia de los posteriores controles oculares depende de los hallazgos de esta primera exploración y, posteriormente, a pesar de que no haya patología ocular y sintomatología aparente, es conveniente realizar controles anuales hasta los 7/8 años, periodo en el que finaliza el aprendizaje visual.


§  ¿Qué patologías o problemas visuales suelen detectarse?
Entre las principales patologías que vemos normalmente en la consulta pediátrica podemos destacar los defectos de refracción, ya sea hipermetropía, miopía o astigmatismo, anomalías estructurales oculares como el coma congénito, la catarata congénita y opacidades corneales y el estrabismo. Todas ellas constituyen causas que van a generar en mayor o menor grado un retraso en la maduración visual y por tanto ambliopía, también conocida como ojo vago y que afecta al 4 por ciento de los niños en edad escolar.
Debemos tener en cuanto que es muy importante que cuanto más precoz sea el diagnóstico más eficaz va a ser el tratamiento y mejor el pronóstico por tanto. La visión que no se gana durante la infancia no se va a recuperar posteriormente en la edad adulta.

§  ¿Qué signos y síntomas deben alertarnos?
Los principales signos y síntomas que nos deben llamar la atención son, por ejemplo, una pupila de color blanco; que el niño tenga tendencia a desviar o guiñar un ojo; inclinación de la cabeza para poder fijar la vista; movimientos rápidos y rítmicos de los ojos, lagrimeo y enrojecimiento ocular frecuente; molestia a la luz, lo que llamamos fotofobia; dificultad para el cálculo de las distancias; incapacidad para leer la pizarra y bajo rendimiento escolar.
Hay muchos niños que son tachados de malos estudiantes cuando en realidad la causa es un defecto de refracción mal corregido.


§  ¿A partir de los 9 años que atención hay que seguir?
A partir de esa edad, aunque no haya patología ocular ni sintomatología evidente, debemos realizar controles oftalmológicos bianuales hasta la mayoría de edad, donde ya es posible analizar otras alternativas en caso de dependencia de corrección óptica, como puede ser la cirugía refractiva.  

Estamos tan atareados con la vuelta al cole de los peques (que si las matrículas, que si los libros y utensilios, que si el uniforme o la ropa deportiva, que si los horarios a los que hay que acostrumbrarse…), que solemos olvidarnos de la salud, incluso de cómo ésta puede afectar directamente al rendimiento escolar. Por ejemplo, la salud ocular de nuestros vástagos. Si hay anomalías, su rendimiento bajará. Por eso, una vez más, es conveniente que nos acojamos a la sabia sentencia “más vale prevenir”.

El 41% de los niños de entre 2 y 10 años no han acudido nunca a un oftalmólogo. Los expertos aseguran que las revisiones oculares en los niños deben hacerse antes de los 4 años para descartar estrabismo y/o ambliopía y siempre que se sospeche de una anomalía ocular en el niño. Además, es aconsejable llevar a los pequeños anualmente al oftalmólogo hasta los 8 o 10 años, cuando el sistema visual ya está desarrollado.



Ante la vuelta al cole de los niños hay que recordar a la sociedad que el diagnóstico precoz de ciertas enfermedades oculares es fundamental para garantizar la salud visual de los niños.

Desde la cínica nos ocupamos de atender todas estas necesidades de nuestros hijos, y esperamos seguir ayudando.


OFTALMÓLOGO ESTEPONA


miércoles, 17 de agosto de 2016

MIOPIA: AIRE LIBRE y ATROPINA

  

¿A qué se debe el aumento de la miopía en todo el mundo?
Tener vista corta eleva el riesgo de padecer enfermedades que afectan a la visión como el desprendimiento de retina. La miopía ha crecido en el último siglo hasta niveles epidémicos.

Durante el último siglo, la miopía (o vista corta) ha crecido hasta alcanzar proporciones epidémicas. En el sureste de Asia, afecta ahora a casi el 90% de los estudiantes al acabar la educación obligatoria. En Occidente las cifras no son tan exageradas, pero parece aumentar de forma similar

Hemos descubierto que casi la mitad de los europeos de 25 a 29 años son miopes, y el porcentaje se duplica entre los nacidos en la década de 1960, si se los compara con los nacidos en la de 1920.
De modo que ¿cuál es la causa de la miopía? ¿Por qué se está volviendo tan extremadamente frecuente? ¿Y qué se puede hacer para reducir el número de personas afectadas por este problema?

La vista corta suele aparecer durante la infancia, y se produce cuando el ojo crece demasiado a lo largo (“miopía axial”). La consecuencia es una visión lejana borrosa que exige una corrección con gafas, lentes de contacto o cirugía refractiva con láser, lo que conlleva molestias y gastos. Además, ser miope eleva el riesgo de padecer enfermedades que afectan a la visión como el desprendimiento de retina y la degeneración macular miópica (disminución de grosor de la zona central de la capa del ojo que capta la luz). El aumento de la incidencia de la miopía provocará más casos de ceguera en el futuro.

El riesgo de miopía se duplica entre quienes tienen formación universitaria, comparado con el de quienes dejan de estudiar a los 16 años.

Aunque los genes son importantes a la hora de predecir el riesgo de miopía, no explican por sí solos la reciente epidemia. Algunos de los factores de riesgo de la miopía son la educación superiorel esfuerzo visual a corta distanciavivir en una ciudad, y pasar poco tiempo al aire libre.



Antes se pensaba que el esfuerzo visual a corta distancia, que conlleva una lectura prolongada en la que se enfocan los objetos de cerca, era el principal culpable. Pero el tiempo de lectura no parece ser un factor de riesgo considerable, ya que no se relaciona claramente con la aparición ni la evolución de la miopía, según las investigaciones. El tiempo que se pasa al aire libre parece ser más importante, pero no se sabe con certeza por qué ejerce un efecto protector. ¿Podría tener algo que ver con la luz solar brillante, el hecho de enfocar los objetos de lejos o incluso la producción de vitamina D en la piel? No lo sabemos. La cantidad de tiempo que se dedica a la educación parece ser muy importante; el riesgo de miopía se duplica entre quienes tienen formación universitaria, comparado con el de quienes dejan de estudiar a los 16 años.



Pero ¿explican estas relaciones el hecho de que la miopía se esté volviendo tan frecuente? Debe de haber algo en el estilo de vida moderno que propicie esta epidemia. Los seres humanos hemos sufrido muchas adaptaciones evolutivas beneficiosas para garantizar que estamos bien adaptados a nuestro modo de vida. De modo que ¿están nuestros ojos, y quizá nuestro cerebro, adaptándose al estilo de vida urbanita, con sus largas horas ante el ordenador, su intensa formación y su menor cantidad de tiempo al aire libre? (Está claro que ya no tenemos que otear el horizonte en busca de comida). La respuesta es: probablemente no. El fenómeno de la adaptación evolutiva tiene lugar durante intervalos de tiempo mucho más largos, pero nos lleva a preguntarnos por el efecto que la vida moderna ejerce sobre nuestros ojos.
Es probable que la tecnología, como los ordenadores, las tabletas y los teléfonos móviles, no tenga la culpa; la tendencia abarca el siglo XX y, en el Asia urbana, la epidemia ya era evidente en la década de 1980. El nivel educativo ha aumentado durante el último siglo, pero el “nivel de formación más alto alcanzado” no explica por sí solo la tendencia. Puede que hayamos llegado a un equilibrio peligroso de cercanía frente a lejanía y de interior frente a exterior.



Los niños de primaria que pasaban 40 minutos más al aire libre tenían un 23% menos de probabilidad de sufrir miopía que los que no lo hacían.

Aunque nosotros no propondríamos que se limitase la formación superior ni el esfuerzo visual de cerca para reducir la incidencia de la miopía, algunos cambios en las prácticas educativas sí podrían ser de ayuda. Por ejemplo, en estudios llevados a cabo en el sureste de Asia, donde los niños suelen tener muchas clases extraescolares, se ha visto que los recreos más largos al aire libre contribuyen a que se reduzca la incidencia de la miopía. En un estudio llevado a cabo en China, se vio que los niños de primaria que pasaban 40 minutos más al aire libre tenían un 23% menos de probabilidad de sufrir miopía (durante un periodo de tres años) que los que no lo hacían. Así que tal vez podríamos plantearnos el objetivo de dos horas diarias al aire libre.

No cabe duda de que se están produciendo cambios en la anatomía de los ojos como consecuencia directa de la vida moderna; había menos miopía cuando la gente llevaba una vida más rural y antes de la educación masiva de la segunda mitad del siglo XX. Existe una necesidad acuciante de entender el modo en que nuestro entorno, posiblemente en conjunción con los genes, aumenta el riesgo de sufrir miopía. Nosotros y otros investigadores estamos tratando de responder a estas preguntas, con la esperanza de reducir la carga cada vez mayor de la miopía en el futuro.



En la actualidad, la reducción de horas con gafas para la visión cercana, y la atropinización con dosis reducidas, nos aportan muchas soluciones.

OFTALMÓLOGO ESTEPONA

jueves, 4 de agosto de 2016

MASKET- HAIGIS


Precisión del cálculo de lentes intraoculares después de cirugía refractiva en ojos miopes.
Hoy en día hay una cierta exactitud de los métodos de cálculo para lentes intraoculares después de cirugía refractiva.

Los resultados de nuestro metaanálisis indican que el método Masket es el de mayor precisión
Está aumentando la cantidad de cirugías refractivas en todo el mundo. No resulta sencillo obtener un cálculo predecible y exacto de la potencia de las lentes intraoculares. El cirujano debe encarar el problema de la alta expectativa de los pacientes y la difícil predicción de resultados con las fórmulas estándar.




Hay tres posibilidades de error en el cálculo de las LIO: error de medición de radio corneal, error del índice queratométrico y error del método de cálculo de potencia de la LIO. Se han desarrollado más de 30 métodos para compensar estos errores en la cirugía refractiva. Los más populares son: el método Haigis-L, el de la Sociedad americana de cirugía de cataratas y refractiva, y el de la historia clínica.


La finalidad del presente estudio fue comparar la exactitud de los distintos métodos de cálculo, para determinar las fortalezas y debilidades de cada uno y poder elegir el más adecuado en cada caso. La revisión de la literatura se limitó a estudios de ojos con cirugía refractiva previa.




Entendemos que este es el primer metaanálisis sobre la precisión de los métodos de cálculo de LIO después de cirugía refractiva. Existen más de 400 investigaciones sobre el tema, en el presente estudio se utilizó la información de nueve estudios de series de casos retrospectivas, que incluyeron 12 métodos de cálculo y más de 30 combinaciones de fórmulas comparados con el método Haigis-L. Este método no solo es el más popular para calcular la potencia de la LIO después de cirugía refractiva, sino que también es el único con una combinación fija que utiliza una sola fórmula, razón por la cual lo elegimos como método de control para comparar con los demás.

Existen diversos criterios utilizados para evaluar la precisión del método de cálculo de LIO. Lamentablemente, recién con la publicación del estudio de Hoffer , se establecieron normas para la metodología. Por esta razón, existen pocos estudios que utilizan el error medio absoluto como criterio de evaluación, solo dos de los 9 estudios seleccionados en este metaanálisis.



Los resultados de nuestro metaanálisis indican que el método Masket es el de mayor precisión, incluso más que el popular Haigis-L. Los métodos que utilizan la información queratometrica (método de historia clínica, método bypass corneal, y método Feis-Mannis) arrojan resultados asociados con menor precisión en las predicciones. Otros métodos, a excepción del método Latkany, no muestran resultados significativamente distintos al método Haigis-L. El método Latkany fue el más preciso, con un error de predicción dentro de ±1.0 D.

El análisis demostró que la precisión del método de historia clínica fue significativamente inferior a Haigis-L. Observamos que los métodos que se basan en los datos de la historia clínica no son exactos y generalmente están incompletos. Encontramos que el algoritmo que utiliza solo los cambios en los datos refractivos parece funcionar mejor que los tres métodos que utilizan queratometria previa y cambios de refracción manifiesta.  El método Masket muestra un error de predicción inferior al método Haigis-L. Está disponible en el software de Lensar y es recomendable para pacientes post láser refractivo con antecedentes de cambios refractivos inducidos por procedimiento láser.




Reiteramos que todos los métodos con información de historia clínica tienen una limitación. Cuando la información quirúrgica refractiva no está disponible, no se pueden utilizar estos métodos. Según nuestra revisión de la literatura, consideramos que la solución más efectiva sería incluir los siguientes métodos: Masket, Shammas sin historia con la fórmula Shammas post- LASIK y el método Haigis-L.  Deberá seguir investigándose mediante nuevos estudios clínicos cual es la mejor combinación de fórmulas.

Los resultados del presente metaanálisis indican que el método Masket y algunos métodos no basados en la información de la historia clínica fueron tan precisos como el método Haigis-L. Los resultados del método de historia clínica, método Feiz-Mannis y método de bypass corneal (métodos que requieren información pre PRK/LASIK) están asociados con menor precisión.




Estamos de acuerdo; en nuestra experiencia la formula Masket, y el método Haigis, son los indicados con un error de +- 0.2 dioptrias.


OFTALMÓLOGO ESTEPONA